Una suave advertencia Contenido principal

En el largo río de mi memoria, hay muchas cosas que vale la pena recordar. Sin embargo, entre tantas cosas, nunca podré olvidar las instrucciones de mi madre, pero esas instrucciones parecen palabras molestas.

En un día soleado de primavera, mi madre me preparó la mochila, llevó mi mano al costado del camino, me tocó la cabeza y dijo esas palabras cariñosas pero aparentemente molestas: "Hija, ten cuidado cuando ¡Cruzando la calle!”

En un caluroso día de verano, mis compañeros y yo estábamos jugando en el patio de recreo. El sol abrasaba como el fuego y grandes gotas de sudor se deslizaban por mi cara. Cuando mi madre vio que mi ropa estaba empapada, rápidamente me detuvo y dijo esas palabras cariñosas pero aparentemente molestas: "Hija mía, ¿tienes calor? Mami te dará un abanico".

En el fresco clima otoñal. El clima, que a veces es cálido y frío, me impacienta. Así que simplemente me quité el abrigo, me puse sólo una camisa fina y bajé a jugar. Cuando mi madre vio que no podía dejar de toser, dijo esas palabras cariñosas pero aparentemente molestas: "Ponte el abrigo, no pases frío".

En el invierno nevado, mis manos siempre se encogían en mi piel. Sostuve un pequeño paraguas y caminé por el camino de piedra bajo la llovizna. Inesperadamente, me metí en un charco y me incliné. Un par de manos fuertes me ayudaron a levantarme. Era mi madre. Ella dijo esas palabras cariñosas pero molestas: "Niña, ten cuidado, no te caigas". >

He escuchado este tipo de advertencias innumerables veces. Esas palabras aparentemente molestas son en realidad advertencias llenas de preocupación. ¡Madre, madre! Has pagado demasiado por mí, pero yo te he dado muy poco a cambio. Solo esas decenas de millones de recordatorios, ya has pagado demasiado.