A veces, cuando vamos cuesta arriba, no podemos montar, solo podemos empujar. Estaba tan cansada que sudaba profusamente y jadeaba. Pero cuando me vi empujando el coche hasta lo alto de la pendiente, sentí un placer indescriptible.
A veces cuando bajo la montaña, la pendiente es muy pronunciada. Apreté el freno con fuerza, pero el auto aún patinó, lo que me asustó. A veces, un coche grande viene hacia mí, levantando polvo por todo el cielo y convirtiéndome en un pequeño gato. Mamá y papá se rieron...
Después de regresar a casa, mi madre me preguntó cómo era andar en bicicleta para salir de excursión. Realmente no lo sé, pero todavía tengo ganas de salir de paseo en bicicleta.