Las flores florecen y caen naturalmente. ¡Tú eres cálido conmigo y yo estoy a salvo para ti! ¡Estaré loca por ti toda mi vida, te amaré toda mi vida y tomaré tu mano toda mi vida!
No me rendiré, todavía hay un camino por delante; no estoy solo, tú eres mi guardián en el camino. Si no lloro, me das la felicidad más cálida del mundo; no estaré indefenso, me das la comprensión más profunda en mi confusión, si no sufro, basta tenerte a mi lado. Contigo no renunciaré a la vida; contigo, mi camino no se perderá; contigo, mi vida no es un baile en solitario, mis lágrimas no fluirán...
No hables de amor profundo, no hables de amor superficial, no hables de destino, no hables de casualidad. Basta decir que, entre millones de personas, estamos tomados de la mano, hombro con hombro, esperando bajo el mismo techo. En el mundo del amor hemos encontrado calidez, tus miles de palabras, tus miles de sentimientos, tu sonrisa y tu comportamiento elegante. Hemos vivido en los puertos que construimos durante miles de años.
No hables de afecto profundo, ni de perseverancia, ni del uno al otro, ni del otro, ni de hermosos "juramentos". La marea sube y baja, tú estás a mi lado, las flores florecen y caen, yo estoy a tu lado. Cuando hacía viento y llovía, sosteníamos juntos los paraguas y viajábamos a trompicones. Cuatro series de huellas paralelas se extendían hasta el horizonte. Miramos el amanecer y disfrutamos del atardecer. Las huellas en el camino son profundas y poco profundas, y el barro está desolado. Tú ríes y yo río, ¡todo sale como debe!
En la vida, nos encontramos en la primavera, en el calor. Una flor florece, poniendo fin a mil años de espera, y una flor cae, iniciando el ciclo de la vida. En el camino, tú estás aquí, yo estoy aquí, el amor está allá, los corazones se mezclan, el amor y el amor se calientan, tu amor es inseparable, mi amor permanece sin cambios y la felicidad es eterna.