En abril de 1877, Rusia declaró la guerra a Turquía y comenzó a avanzar rápidamente. Sin embargo, en Pulvina, el ejército ruso fue bloqueado por el ejército turco. Disraeli ordenó a Layard, el embajador británico en Turquía, que aconsejara a Turquía que "invitara" a la flota británica al Estrecho del Mar Negro, pero el embajador no logró completar esta tarea. En octubre de 1878, el ejército ruso finalmente atravesó Pulvina y llegó a las puertas de la capital turca, Constantinopla.
Disraeli no quería la guerra, pero sabía que si el ejército ruso permanecía fuera de Constantinopla, representaría una amenaza para la seguridad marítima británica en cualquier momento. Para no luchar y permitir que los rusos regresaran, envió a alguien a buscar al conde Andrassy. El Primer Ministro austrohúngaro sabía que si las tropas rusas estaban estacionadas en Bulgaria, su país estaría condenado a seguir más al sur. Andrassy apeló a Bismarck en busca de mediación y la canciller alemana aceptó la solicitud. Gracias a la mediación de Bismarck, el conflicto anglo-ruso cesó.
En las semanas siguientes, Disraeli alcanzó la cima de su carrera. Los peatones se quitaron el sombrero al ver su carruaje. La Reina le organizó una gran fiesta de celebración e incluso la Sra. Bradford regresó con él nuevamente. Sin embargo, el destino no tardó en sonreírle.