En la educación Montessori, los niños son libres de tomar cosas de sus propias obras, elegirlas libremente y devolvérselas. Lo que vemos no es solo el desarrollo de la inteligencia de los niños, sino también la creación de una atmósfera donde no sean molestados ni molestados, guiando a los niños a respetar las cosas, las cosas y las personas, y a reflexionar sobre sí mismos. Esto es lo que los niños deberían aprender más.
Como educadora Montessori, la primera premisa es dar a los niños “amor y libertad”. Con amor, los niños crecerán en una atmósfera de amor verdadero, tendrán verdad, bondad y belleza en sus corazones y tendrán una personalidad perfecta. Con libertad, los niños pueden elegir lo que les interesa y desarrollar su propia autodisciplina. Si un niño está muy comprometido con una tarea, se mostrará en su expresión facial, concentración y perseverancia en la práctica, de modo que dará el primer paso hacia la disciplina.
Los niños tienen pasión por el trabajo y derecho a trabajar. Piensan, imaginan, se familiarizan, se vuelven competentes y conocen a través del trabajo repetido. Una vez que se forme este tipo de hábito de trabajo, se desarrollará gradualmente. En el proceso de establecer una buena disciplina, se debe enfatizar firmemente que "la disciplina no se logra mediante la predicación". Nadie aprende la autodisciplina escuchando a otros predicarle. La disciplina requiere la preparación de una secuencia perfecta de movimientos, a menudo a través de medios indirectos. Este objetivo no se consigue corrigiendo errores, sino mediante un proceso de trabajo consciente.
Trabajar permite a los niños sentir y reconocer a su manera las cosas y todo lo que les rodea. Espero que cada niño pueda encontrar su propia felicidad en el trabajo.