Después de la década de 1970, con la aparición de las enzimas de segunda generación (enzimas inmovilizadas y tecnologías relacionadas), la ingeniería enzimática realmente entró en el escenario de la historia. Las enzimas inmovilizadas se han convertido cada vez más en la fuerza principal de la producción industrial y desempeñan un papel muy importante en la medicina química, la industria alimentaria ligera, la protección del medio ambiente y otros campos. No sólo eso, las enzimas de tercera generación más potentes, es decir, los sistemas multienzimáticos inmovilizados, incluidos los sistemas de regeneración de cofactores, se están convirtiendo en los protagonistas de las aplicaciones de ingeniería enzimática.
Sabemos que el contenido de enzimas en los organismos es limitado y que la concentración de enzimas en las células no es muy alta. Esto también se debe a la necesidad de equilibrar las actividades biológicas de la vida. Pero esto limita la posibilidad de utilizar directamente enzimas naturales para resolver muchas reacciones químicas de manera más eficiente.
Este problema se puede solucionar mediante ingeniería genética.