Recordar esos eventos discretos de la infancia, aunque son pequeños, esos recuerdos son muy conmovedores, porque con estos recuerdos puedes seguir progresando, persiguiendo y creciendo. La infancia siempre me lo recuerda. Pensando en ese colorido sueño, cuando Yaya estaba aprendiendo el idioma, cuando aprendió a caminar por primera vez, cuando subió al escenario por primera vez, cuando llamó a sus padres por primera vez, por primera vez... ese momento, todos los Los disparos están a la vista.
Un recuerdo inolvidable, una infancia inolvidable, el día en que cargué por primera vez una mochila nueva y finalmente fui al colegio como los demás niños. Para mí, este es mi momento histórico. Mis padres tomaron esta mirada más feliz e inolvidable con sus cámaras, que se convirtió en lo más gratificante para mis padres y el retrato más feliz de la familia. Este momento inolvidable, tan hermoso y dulce, siempre aparece en mi mente. Sin embargo, las cosas buenas quedaron en el pasado. En los largos días, después de templarme una y otra vez, me templé para ser tan duro como el acero y débil. Nadie sabrá la presión del estudio y nadie sentirá lástima. En otoño, cuando caen las hojas caídas, sólo hay trabajo duro y pérdida de felicidad. Esto es amargo. Cuando era niña, en la primavera, cuando abrían cientos de flores, mi infancia con hermosos sueños pasó rápidamente.
Ante la crueldad de la realidad, no habrá lágrimas, y las lágrimas quedarán cubiertas por nubes oscuras. Las lágrimas de la infancia son tan débiles y tacañas. Los sueños de la infancia son coloridos, tan hermosos como cien flores floreciendo, inolvidables e inolvidables. En ese momento, no había preocupaciones ni preocupaciones. Los sueños de la infancia son como el cielo nocturno, tan amplios y pacíficos. Los sueños de la infancia son como innumerables estrellas. Solo podían parpadear, no hablar, honestos y tranquilos... Innumerables estrellas, como innumerables sueños, se derramaron en mi cabecita. Desde entonces, he estado pensando en innumerables preguntas.