El cielo azul, los interminables arrozales, el columpio en la cima de la montaña, la radio a medianoche, el atardecer en la isla deshabitada... Parece oler el verano del 17.
El primer amor puro no es fuerte y desenfrenado, ni es el lugar al que irás, sino dulce y ardiente. Aunque es una tragedia, ¿realmente es tan importante el final?
De hecho, con tener un recuerdo inolvidable es suficiente.