Los padres no deberían dar a los profesores plena autoridad a la hora de educar a sus hijos. Algunos padres piensan que solo necesitan enviar a sus hijos a la escuela para que les enseñen, pero surgen algunos problemas en el proceso de enseñar a sus hijos, e incluso los maestros están indefensos. Por ejemplo, los maestros no pueden garantizar la buena conducta de los niños ni pueden ayudarlos a desarrollar buenos hábitos de conducta. Cada profesor se enfrenta a una clase de al menos 55 niños. Con tantos niños, depender únicamente de los maestros para ayudarlos a formar buenos hábitos es un proyecto enorme.
Aunque los niños escuchen atentamente en clase, no les importarán los conocimientos que necesitan consolidar cuando vuelvan del colegio. Si ese es el caso, ¿de qué sirve prestar atención en la escuela? Después de todo, no nace ningún estudiante destacado. Detrás de estas personas hay una familia que entiende la educación familiar.
Los padres deben tener clara una cosa. En la forma en que los niños crecen, si un niño que es el mejor maestro conoce a un maestro excelente en la escuela, es posible que esto sólo tenga un impacto en su vida durante cinco o seis años. Pero la influencia de los padres sobre sus hijos durará toda la vida. Como dice el refrán, los padres son el espejo de sus hijos y los niños son la sombra de sus padres. En la vida diaria, si los padres prestan atención a cada movimiento de sus hijos, sus hijos se comportarán apropiadamente. Esta influencia es mucho más útil que decirles a los niños que se controlen. Por tanto, los padres son los mejores maestros de sus hijos.
Nota del editor: Muchas veces, la educación familiar y la formación docente van de la mano. Sólo mediante la educación conjunta en estos dos aspectos los niños podrán crecer mejor. Sin embargo, los efectos serán diferentes en las diferentes edades, pero una cosa permanece sin cambios, es decir, no importa en qué etapa se desarrolle el niño, la educación familiar será particularmente crítica.