Revela por qué los ejércitos en la historia antigua no usaban flechas venenosas para disparar a los enemigos.

La primera razón: en la antigua China, la guerra era un asunto familiar.

Como todos sabemos, ya sea que Qin unificara los seis países o que los Han posteriores reemplazaran a la dinastía Qin, las guerras eran un asunto de familia. En otras palabras, no importa qué lado gane, la decisión final la tomará el ganador. Si atacas con flechas venenosas, aunque ganes, será difícil convencer al público, porque aunque la guerra tenga graves bajas, se gana arriesgando la vida. Pero si un bando usa flechas venenosas para ganar, equivale a hacer trampa y las bajas serán demasiado altas.

La segunda razón: las flechas envenenadas son caras.

Como todos sabemos, en la antigüedad, las guerras eran en realidad los recursos y el dinero del país, y las flechas, como bienes duraderos, son básicamente artículos desechables según los términos actuales. Una vez disparada la flecha, es difícil recuperarla incluso si todavía se puede utilizar, y el costo de la flecha no es bajo. Según el precio de coste actual, el precio de los arcos y flechas es de unos 10 yuanes y, en la antigüedad, este precio no sería mucho menor. Por ejemplo, en "El romance de los tres reinos", Zhuge Liang tomó prestada una flecha de un bote de paja para resolver un gran problema de Wu Jun y ahorrar mucho dinero.

La tercera razón es que fácilmente puede provocar peste.

Imagínese, si usa flechas llenas de medicinas, las flechas matarán a la gente. El clima y el aire definitivamente causarán enfermedades infecciosas. Incluso si gana la batalla, su propio ejército puede resultar herido.

Los soldados son astutos y hacen todo lo que pueden. La historia de la guerra es una historia refrescante desde tres perspectivas. Emboscada, ataque nocturno, alienación, envenenamiento, ataque con fuego, corte de agua, reducción de la plaga, masacre de la ciudad, captura de pozos, construcción de bases para la capital, hervir a la gente frente a la línea de batalla, asedio de prisioneros, despejar el sitio, romper el terraplén, y soltando el agua. Gracias a las armas desarrolladas con la guerra, su poder destructivo se ha vuelto cada vez más poderoso, haciéndonos cada vez más civilizados. Porque ya no tenemos que atacar la mente, sólo el cuerpo.