Tal vez sea cuando hablo conmigo mismo, cuando estoy conmigo mismo. Prefiero quedarme tranquilamente en mi propio mundo contigo. También creo que este es el destino. Siento que te conocí aquella tarde de finales de otoño. Aunque me he acostumbrado, mientras estés aquí, no estaré solo ni triste. Me acompañarás en mi mundo solitario.
Cada tarde de finales de otoño, en un momento tranquilo, mirando al cielo, esas hojas cubiertas de pizarras verdes, como escarcha, movidas por la brisa, llenan mi corazón con el aliento del otoño. En este momento toda la tristeza no tiene nada que ver conmigo. En esta estación sombría, mi corazón cae como una hoja caída, llorando solo en mi rincón solitario, frente a los colores otoñales vacíos y solitarios de la tierra.