El comienzo de la escritura en prosa

El sol es cálido y puede traer calidez a la tristeza de nuestros corazones; el sol es brillante y puede traer un rayo de luz a la oscuridad de nuestros corazones. Apóyanos siempre, anímanos, ilumínanos y caliéntanos. Pero a veces, frente a este sol lejano, hay una tristeza inalcanzable...

En otras palabras, en la vasta galaxia, hay un planeta diminuto. La habían mantenido en la oscuridad durante mucho tiempo. No sé cuándo empezó a adorar al sol, a enamorarse del sol sin motivo alguno y a anhelar su calor. Así que dio con valentía un paso que nunca se había atrevido a dar. Aprendió a trabajar duro y luchar. Sólo espera que algún día, como los ocho planetas, reciba la primera atención del sol. Esto parece infantil, incluso ridículo. Pero lo hizo y recibió todo el amor que esperaba. Quizás este amor del sol originalmente le pertenecía a ella, pero simplemente no fue descubierto.

Por otro lado, ese asteroide soy yo, y ese sol es mi sol favorito y mi profesor de chino. Aunque me gustaba, todavía tenía miedo de tener contacto real con ella, así que elegí una forma especial de comunicarme con ella fuera de la escuela, a través de Internet. Aquí, al charlar con ella, puedo decir lo que quiera y hacer lo que quiera sin ocultar mi alegría o tristeza. ¡Puedo creer completamente que ella es solo mi amiga y que no existe una brecha en el amor entre maestro y estudiante! Ella siempre me anima y me apoya, haciéndome saber lo hermosa que es la vida, lo importante que es el aprendizaje y lo difícil que es lograr la felicidad. Me sentí muy feliz durante ese tiempo. De regreso a la realidad, volvimos a encontrarnos en la realidad. Nos convertimos en los extraños más familiares y en los amigos más extraños. Y por la promesa de "medio centenar de cigarrillos, un caballo de hierro, pelear con otros, sólo por ti", no me atrevo a volver a contactarla. Esa es una tristeza completamente diferente a la pérdida. Tal vez lo que hice realmente no sea lo suficientemente bueno y no merezco demasiadas cosas buenas que tal vez no me pertenezcan. Quizás, unos años más tarde, me vaya desvaneciendo poco a poco en su limitada memoria hasta desaparecer. Pero siempre recordaré su amabilidad hacia mí y nunca olvidaré agradecerle por despertar el universo oscuro en mi corazón.

No sé cuánto tiempo puede volar el meteoro y no sé si vale la pena seguirlo. No sé cuánto tiempo florecerán los cerezos y si vale la pena esperar por ellos, pero sé que no importa cuál sea la realidad, ya sea que la tenga o la pierda, siempre será el sol deslumbrante y eterno en mi corazón...

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