Recoge los fragmentos del tiempo Composición de 850 palabras

El tiempo vuela y muchas cosas pueden eventualmente convertirse en un pequeño fragmento de tiempo, ¡pero nunca he olvidado el sabor de la felicidad y el amor!

Después de tantos años, todavía no puedo olvidarme del crujiente de arroz helado.

Cada Año Nuevo chino, todos los hogares rurales elaboran dulces de arroz congelados, y la familia de mi abuelo no es una excepción. Al final de cada año, la abuela sacaba los cacahuetes, las semillas de sésamo y el arroz integral cultivados en su propia tierra y le pedía al abuelo que comprara maltosa, luego calentaba una olla grande hasta que estuviera roja, luego lo vertía todo y revolvía. Qué hay de mí. Por supuesto, tampoco estaré inactivo. Cuando no estaban prestando atención, moví un dedo sucio en la maltosa, hice una bolita de maltosa, me la metí en la boca, la chupé y salí corriendo. La maltosa se derritió en mi boca, tan dulce y fragante.

Cada vez después de la escuela, de camino a casa, mis compañeros del pueblo y yo sacábamos nuestros dulces de arroz congelados caseros y charlábamos mientras los comíamos. En aquella época, las condiciones de vida en las zonas rurales no eran buenas y el arroz dulce helado era nuestro refrigerio más delicioso. No me gustan mucho los dulces, pero solo me gustan los dulces de arroz congelados que hacía mi abuelo por su sabor dulce, el crujido de los dientes al frotar los dulces y la sensación de felicidad que persiste hasta el día de hoy. Unos años más tarde, la vida en el campo se volvió próspera y la familia quería construir una nueva casa, por lo que tuvieron que demoler la antigua. El abuelo dijo de mala gana: "Déjame volver a hacer dulces de arroz congelados". Luego se puso a trabajar y pronto el aroma llenó la vieja casa. Cogí un trozo cortado y no pude evitar llorar mientras lo mordía. Sigue siendo el mismo sabor, el sabor de la felicidad.

Hoy en día, no se puede comprar maltosa tan fragante ni se pueden comer dulces de arroz congelados con tantos ingredientes. El dulce de arroz congelado que se vende en el mercado es muy dulce, pero demasiado dulce, huele delicioso, pero huele mucho. Ha perdido el recuerdo de mi infancia y el gusto de mi abuelo.

La vida es amarga, pero el amor es dulce. Si la vida está rodeada de amor, no habrá sufrimiento. El abuelo esconde su amor en rodajas de dulce de arroz congelado, que no es fácil de encontrar, pero que hace que quienes lo comen sean dulces en la boca y cálidos en el corazón.

La vida es un camino sin fin. Tal vez estemos perdidos, tal vez estemos indefensos, tal vez nos encojamos o tengamos miedo. Pero mientras pensemos en el “dulce de arroz helado del abuelo” y en el amor de nuestra familia, ya no tendremos miedo. Usaremos esto como motivación para enderezar la espalda, animarnos y seguir adelante con valentía.

Nunca he olvidado el sabor de la felicidad y el amor, y nunca lo olvidaré.

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