Muchos padres siempre transmiten sus sentimientos a la hora de educar a sus hijos. De hecho, los padres pueden simplemente preocuparse por sus hijos, o esperar que sus hijos tengan la capacidad de resistir la frustración, pero a veces lo que dicen sólo puede herir a sus hijos, porque en la mayoría de los casos los padres lo expresan a través de narraciones o ataques severos. Si un niño escucha tales palabras, no sentirá la preocupación ni el cuidado de sus padres, sino que solo sentirá la culpa y el golpe de sus padres.
La relación entre padres e hijos es cada vez más tensa. Si los padres simplemente culpan ciegamente a sus hijos, la relación entre ellos se volverá muy tensa y cada niño tendrá una psicología rebelde. Si los padres siempre toman medidas enérgicas contra sus hijos, los niños se alejarán gradualmente de sus padres, lo que provocará grietas en la comunicación entre padres e hijos y una creciente alienación. Cuando los niños crezcan, ya no extrañarán su hogar ni les encantará volver a casa.
Sin sentido de responsabilidad, los padres son las personas más dignas de confianza y consideradas con sus hijos. Si los padres simplemente atacan y niegan severamente a sus hijos, distorsionarán la psicología de sus hijos durante mucho tiempo, haciéndolos sentir que son inútiles, estúpidos y que no pueden hacer nada bien. Con el paso del tiempo, los niños irán perdiendo gradualmente el sentido de independencia. Cuando encuentren dificultades, solo querrán escapar o alejar las responsabilidades, sin sentido de responsabilidad.