El tiempo vuela mientras las estrellas se mueven.
El viento sopla desde lejos y el cambio de estaciones del baile brilla con nubes y lluvia de ensueño.
Las hojas de arce son ramas rojas que florecen con los colores del otoño, y no hay nubes melancólicas en los colores.
El tiempo es tranquilo, el pasado es como un sueño, los días pasados no tienen recuerdo de hojas de arce, ni invasión de polvo.
El viento en el sueño, soplando las cuerdas, ha perdido la conmovedora melodía, el triste final y toda la tristeza.
La promesa del otro lado ha quedado sellada en la memoria, tan fría como el hielo, tranquila y calmada, y el final es tranquilo y sin ondulaciones.
Las hojas caídas han cambiado el color de la vida. Ya no son las mismas de antes, pero tapan toda la belleza o la oscuridad.
Las hojas están lloviendo, y la lluvia ya no cae. El tiempo nunca nos da la experiencia de los deseos, pero sí nos da toda la tristeza.
El sonido de la flauta es claro y el crepúsculo poco a poco se va quedando desierto. No extraño los exuberantes colores otoñales en el ferry y no envidio el paisaje primaveral en marzo, cuando la hierba crece y los oropéndolas vuelan.
De pie en el viento del desierto, los copos de nieve vuelan en los ojos, hermosas flores florecen en el frío, reflejando el campo de nieve rojo y puro, bailando en la sonrisa santa, santa y brillante...