Cañas de pescar y pescado fresco.

Érase una vez, Dios le dio un regalo a dos personas hambrientas: una caña de pescar y una canasta con pescado fresco. Uno de ellos pidió una canasta de pescado y el otro una caña de pescar. Se separaron con sus pertenencias. La persona que consiguió el pescado caminó unos pasos, luego encendió una hoguera y cocinó el pescado. Se lo comió con avidez, sin apreciar el delicioso sabor del pescado, y se bebió el pescado y la sopa al poco tiempo. A los pocos días no pudo sacar nada nuevo y murió de hambre junto a la cesta de pescado vacía. La otra persona que eligió la caña de pescar sólo podía seguir muriendo de hambre. Caminó paso a paso hasta la playa, preparándose para pescar para saciar su hambre. Sin embargo, cuando vio el agua azul no muy lejos, sus últimas fuerzas se agotaron y solo pudo morir con un arrepentimiento infinito. Dios negó con la cabeza y decidió volver a mostrar misericordia. Entonces dos personas más recibieron peces y cañas de pescar de Dios. Los dos no se separaron. Discutieron entre sí y cooperaron entre sí para encontrar el mar con peces. Cuando tuvieron hambre, cocinaron un pescado y se lo comieron en el camino. Después de un arduo viaje, finalmente llegaron al borde. A partir de entonces comencé a ganarme la vida con la pesca y a llevar una vida feliz y saludable. Décadas más tarde, su asentamiento se convirtió en un pueblo de pescadores. Heredamos la tradición dejada por los dos empresarios, cooperamos entre nosotros, aprendimos de las fortalezas de cada uno y nos desarrollamos juntos. El pueblo pesquero presenta un escenario próspero.

Los dos primeros fracasaron porque no supieron cooperar, y los dos últimos triunfaron porque supieron cooperar.

¿Los ideales a menudo están lejos? ¿océano? ¿La realidad suele estar frente a ti? ¿hambre? La perseverancia no es suficiente para superar las dificultades prácticas y realizar los ideales. Debemos aprender a cooperar con los demás, aprender de las fortalezas de cada uno, avanzar juntos y lograr una situación en la que todos ganen. Si se aplica la aritmética de uno más uno a la combinación y cooperación de las personas, los logros creados ya no son iguales a dos, sino que pueden ser iguales a tres y cuatro.

En el mundo actual, donde la división del trabajo es cada vez más especializada y la competencia cada vez más feroz, es imposible que una persona pueda afrontar por sí sola innumerables tareas. Una persona puede lograr cierto éxito confiando en su propia capacidad, pero si combina su propia capacidad con la de los demás, logrará un mayor éxito. Un filósofo dijo una vez: Tú tienes una manzana en tu mano, yo tengo una manzana en la mía y el total es una manzana. Pero si tú tienes la habilidad y yo también la tengo, las dos habilidades combinadas ya no son habilidades.