Nunca me niego a tirar un trozo de papel, pero siempre lo guardo: dóblalo formando un bote y tíralo al mar.
Algunas fueron arrastradas por el viento hacia las ventanas del barco, y otras fueron mojadas por las olas y pegadas a la proa del barco.
Sigo sin rendirme y sigo haciéndolo todos los días. Siempre quiero que un flujo vaya solo a donde yo quiero que vaya.
Mamá, si ves en tu sueño un barquito blanco, no te sorprendas que soñará sin motivo alguno.
Esta es tu amada hija con lágrimas en los ojos. Miles de ríos y montañas, pídanle que se lleve su amor y su dolor a casa.