Las olas del Mar de Japón en invierno y el sol abrasador de Okinawa en verano también existen en el corazón de Kuroda Seitaro. Su sensibilidad es como las majestuosas olas del océano, usando el sol como una espada afilada para atravesarlo todo, exponiendo el engaño y la hipocresía del mundo. Como un poderoso matador, solidifica el momento real con profundo amor.
Quizás la pintura, para él, suponga un duro golpe a la sociedad actual donde resulta complicado expresar la naturaleza humana. Cada momento que vivió mientras pintaba nos hacía sentir una emoción cálida, a veces incluso apasionada y acumulada en su cuerpo.
De hecho, los pintores no pintan por pintar. Está pintado para expresar un mundo interior que la gente corriente no puede expresar y para presentar un mundo interior que la gente corriente no puede ver. Kuroda es sin duda un merecido artista espiritual.
Foto comparativa de Usui Yoshito (izquierda) y Kuroda Seitaro (derecha)