A las personas realmente malas les gusta aprovecharse de la amabilidad de las personas buenas. No apreciará nuestra simpatía y comprensión, sino que utilizará esta bondad para beneficiarse a expensas de los demás. Ésta es también una de las principales razones por las que existe la ley. Quienes cometen delitos deben ser castigados. La ley no tiene piedad y recompensas y castigos claros. Se puede decir que la ley protege eficazmente la seguridad y los derechos de la gente común y corriente.
Pero incluso con leyes vigentes, los malos pueden acechar a nuestro alrededor y asestar un golpe fatal mientras nos relajamos. En realidad, frente a estas malas acciones, no debemos permitir que se propaguen las buenas intenciones, sino que debemos estar atentos y resistir resueltamente a estas fuerzas del mal hasta el final. Perdonar a una mala persona es tolerar a una mala persona, y ser amable con una mala persona es convertirse en cómplice de una mala persona. No dejes que nuestra bondad nos debilite, hazlo cuando sea necesario y dilo cuando sea necesario. La bondad y la compasión sólo se pueden dar a quienes las merecen.
Nuestra bondad sólo puede reservarse para quienes la merecen. ¿Quiénes son estas personas? En primer lugar, amamos a nuestros padres, a nuestras amadas esposas e hijos y a los héroes que se han dedicado al país y al pueblo. El árbol quiere estar tranquilo pero el viento no para; el hijo quiere ser filial pero sus familiares no están. Muchas personas son generosas y amables con los demás, pero ignoran a los padres que nos dieron a luz y nos criaron. Estas personas no son realmente amables, pero pretenden serlo a cambio de beneficios.
En segundo lugar, la bondad es compasión. A aquellos que realmente están en problemas, incluso a los extraños, debemos echarles una mano. Esta es una gran bondad. Finalmente, debemos ser amables con nosotros mismos. ¿Cómo podemos ser amables con los demás si no lo somos con nosotros mismos? Acéptate, acéptate, sé amable contigo mismo.