En primer lugar, debes ganarte el respeto de tus alumnos. Puedes interactuar más con los estudiantes en clase, prestarles más atención después de clase, ser serio cuando deberías serlo y criticar pero no en exceso. Si un estudiante comete un error, no lo castigue inmediatamente y no siempre se lo diga a sus padres.
En segundo lugar, todos los estudiantes de la clase deben ser tratados por igual. Independientemente de si los estudiantes son buenos o malos, los asientos no deben dividirse en zonas. De lo contrario, esos estudiantes rebeldes tendrán una mala definición de sí mismos a largo plazo, haciéndoles sentir que son malos estudiantes, por lo que no deben ser parciales en la asignación de escaños.
También es importante no enviar periódicamente los resultados de los exámenes a los padres. Para aquellos estudiantes con calificaciones ligeramente más bajas, las malas calificaciones son la diferencia entre ellos y los demás. Las malas notas pueden volverlos sensibles y querer escapar. Si las cosas siguen así, es posible que se cansen de estudiar o incluso que tengan baja autoestima. Cuando los estudiantes resuelven problemas, no deben centrarse únicamente en los estudiantes con buenas calificaciones, sino que deben tomar la iniciativa para ayudar a los estudiantes con calificaciones promedio o bajas, alentarlos más y, ocasionalmente, hablar con ellos.
Los profesores no están cansados ni relajados, por lo que deben tener sus propios métodos de enseñanza, pero no pueden ceñirse a reglas. Ya sabes, un buen profesor no es sólo un profesor, sino también su amigo.