Xu Feng miró a su primo con incredulidad, entrecerrando los ojos y pensando en el tema del que acababa de hablar: "¿Cómo difundió la gente en el yamen la noticia sobre mí?".
El hombre miró de reojo a su espalda, luego desvió la mirada y tomó un sorbo de té. Dígalo con facilidad y gracia: "No lo crea".