Aplaudo a la maestra
Abre la caja de madera de la infancia. Hay muchas decoraciones dentro. Maestra, tú eres la que brilla. Maestro, fuiste tú quien me enseñó que "un bambú de mente abierta tiene la cabeza inclinada y una flor de ciruelo orgullosa no tiene flores elevadas". Fuiste tú quien me enseñó que "el mar está abierto a todos los ríos". p>La tolerancia es grande." Sois vosotros los que nos cuidáis con tanto esmero sin pedir nada a cambio. .
Si dices que soy una flor, entonces la maestra son las hojas verdes que hacen brotar las flores; si dices que soy la luna, entonces la maestra es la estrella que brilla en el cielo; dices que soy un árbol pequeño, entonces el maestro es el jardinero quien poda las ramas y las hojas.
Eres un gusano de seda de primavera, hilando seda sin remordimientos, solo para formar un capullo que beneficie al mundo; eres un paraguas, mojándote por la lluvia sin dudarlo, solo para proteger los millones de melocotones y ciruelas; que cuidas bien ; eres el remo del conocimiento, ayudando voluntariamente a los constructores de barcos, solo para guiar a los viajeros espirituales a la hermosa distancia...
Recuerdo eso cuando entré por primera vez a la escuela primaria. Todavía era un niño tímido, sentado en una posición educada, sin decir nada, como un niño que ha hecho algo mal y no se atreve a hablar. En clase, el profesor hizo una pregunta. Enterré la cabeza por miedo a que el profesor me pidiera que respondiera la pregunta. Qué coincidencia. La maestra hizo clic en mi nombre y me pidió que respondiera. Estaba tan asustada que no podía hablar. Me levanté presa del pánico. No sabía qué decir. una capa de pintura roja. Pensé: ya se acabó, la maestra definitivamente me criticará y las lágrimas no pudieron evitar rodar por mis ojos. Parecías haber visto a través de mi mente: "No importa. Habla despacio. Está bien si dices algo mal. No te criticaré. Con el coraje de las palabras del maestro, respondí la pregunta con un mosquito". -Voz parecida, aunque no pude responder la pregunta. No está completa, pero tomaste la iniciativa en aplaudir y me elogiaste por mi buena respuesta. Desde entonces ya no soy tan tímido como antes. Con el apoyo de la maestra, la "timidez" me ha abandonado. Todo esto es gracias a ti, querida maestra.
Maestro, siempre que me siento deprimido, siempre estás a mi lado; cada vez que me siento frustrado repetidamente, haces todo lo posible por iluminarme. Maestra, eres como una madre amorosa que me acompaña a estudiar y jugar conmigo. No importa lo duro o cansado que seas, nunca te quejas.
Maestro, ¡déjame animarte!