Todo el mundo comete errores alguna vez, siempre y cuando sepa corregirlos. Aunque era un excelente estudiante, a veces cometía errores cuando me regañaban por mis ensayos.
Recuerdo que eso fue cuando estaba en primer grado. Por la mañana llegué tarde a clase porque me daba pereza levantarme. Cuando entré al salón de clases, mis compañeros ya estaban sentados en el salón y leyendo las palabras claramente. Sólo mi asiento estaba vacío, nada. Pensé que el maestro podría perdonarme con sus ojos anhelantes, pero la gente no es tan buena como Dios. La maestra se acercó y me criticó seriamente. Estaba muy triste y avergonzada.
A través de este incidente, entiendo que cada uno tiene sus propios defectos y, si se descubren y corrigen a tiempo, la gente también los amará.
Por favor, recuerda el sitio web.