Prosa lírica que cita extensamente poesía

Cuando los problemas sin nombre me golpearon, tiré el libro y me recosté contra el árbol bajo la brisa fresca, sosteniendo en mi boca una hoja amarilla abandonada por la estación. Levanté la cabeza, miré el cielo infinito y dejé que el azul suave y brillante brillara en mi corazón. Así como cuando era niño, cuando estaba cansado de jugar, encontré un pedazo de pasto teñido de dorado por el sol, me tumbé y dejé que el sol sonriente se extendiera por mis mejillas y mi corazón sin una sola arruga.

Cuando me sentí profundamente deprimido, abrí la ventana y lentamente respiré el aire fresco con fragancia de tierra. Palomas blancas como la nieve volaban en círculos y emitían una serie de dulces silbidos. Como un niño, con sorpresa, pellizca con cuidado los finos bigotes del diente de león, infla las mejillas y lanza un paracaídas. Cierra los ojos y pide un deseo sincero, luego abre los ojos y llénate de alegría y anhelo.

Cuando llegó el aburrimiento del gángster, salió de casa y contempló la magnífica puesta de sol en la lejana ladera. El sonido del viento y el chirrido de los insectos filtran el ruido de tu corazón, como cuando eras niño, te sentabas tranquilamente en cuclillas en tu propio jardín por la noche, escuchabas el canto de los escarabajos y tomabas tu mano para señalar el estrellas titilantes en el cielo.

Así, el mundo ruidoso se fue desvaneciendo gradualmente y tuve un corazón tranquilo...