Cuando era muy joven, mi padre no sólo me enseñó conocimientos y cultivó mi interés por aprender, sino que también me dijo la importancia del tiempo. Yo todavía era joven en ese momento y no entendía esos dichos difíciles, pero solo sabía que el tiempo humano es limitado. A medida que crezco, comprendo gradualmente que el conocimiento es ilimitado y que debemos dedicar nuestro tiempo limitado al aprendizaje ilimitado. Encontré la alegría de aprender, no, la alegría de leer. Sin embargo, a medida que mi estudio se intensificaba, tenía cada vez menos tiempo para leer, pero a menudo todavía encontraba tiempo para leer. Esto me dio el hábito de aprovechar al máximo mi tiempo.
El tiempo es justo para todos, y sólo aquellos que saben aprovechar el tiempo esporádicamente pueden lograr algo. Esta frase me ha inspirado durante muchos años, y también me ha convertido en una persona que nunca dice "no hay tiempo", porque el tiempo es como el agua en una esponja, mientras estés dispuesto a exprimir, siempre estará ahí.