El principio siempre es el más difícil. Cosas simples como caminar, comer y beber, que no me hacen sentir como si estuviera en la tierra, tienden a consumir la mayor parte del oxígeno de mi cerebro. Michael, nuestro entrenador espacial, nos ayudó mucho. Corrigió nuestros errores una y otra vez y nos guió para acostumbrarnos a la gravedad cero. Por último, es muy divertido chupar la comida y morder gota a gota el agua que flota en el aire.
Los terrícolas dicen que el cielo es hermoso, pero yo diría que la Tierra es lo más hermoso que he visto en mi vida. Este viaje ha trascendido mis conceptos de física y psicología y quedará grabado por siempre en mi corazón.