La fe es tan importante que puede cambiar el destino de una persona. Dos ratoncitos cayeron en un tarrito de mantequilla. El primer ratón rápidamente se rindió y se ahogó. El segundo ratón se negó a darse por vencido. Luchó desesperadamente, finalmente convirtió la crema en mantequilla y salió arrastrándose.
Evidentemente, este último ratón es el que tiene sus propias creencias. Siempre había esperanza en sus ojos, animándolo a luchar, luchar, luchar. Cuando está en problemas, nunca se rinde. Porque los optimistas ven oportunidades en cada dificultad y los pesimistas ven dificultades en cada oportunidad. El primer ratón fue uno de estos pesimistas. No tiene confianza en su vida y se ha convertido en esclavo del destino.
Así, se puede observar que una persona con creencias firmes tiene probabilidades de tener éxito y tomar el control de su vida.