En 1769, el inventor francés Joffrey Daban instaló una máquina de vapor en un barco para impulsar un juego de remos de madera, pero la velocidad era demasiado lenta para demostrar su superioridad. En 1802, un inglés llamado Symington construyó el barco de vapor Charlottetown Das. Tuvieron que dejar de navegar al cabo de un mes debido a la fuerte oposición de los propietarios del remolcador.
En 1807, el ingeniero mecánico estadounidense R. Fulton (1765-1815) diseñó el barco de vapor "Clermont" que utilizaba una máquina de vapor para impulsar agua. El rendimiento del barco fue confiable y realizó el primer vuelo programado del mundo, estableciendo el estatus inquebrantable del barco. Por lo tanto, Fulton es conocido como el "padre de los barcos".
En 1829, el austriaco Joseph Lesser inventó una práctica hélice para barcos que superó las deficiencias de la baja eficiencia de propulsión y la vulnerabilidad al viento y las olas. Desde entonces, los propulsores de hélice han ido reemplazando gradualmente a las ruedas de paletas.
En 1884, el inventor británico C. Parsons (1854-1931) diseñó una turbina de vapor que utilizaba petróleo como combustible. A partir de ese momento, las turbinas de vapor se convirtieron en la principal central eléctrica del barco.
La invención y mejora continua de los barcos revolucionó el transporte acuático. Después de la Segunda Guerra Mundial, la producción anual del transporte marítimo mundial se duplicó cada 10 años. Según las estadísticas, en 2004 el volumen de carga marítima mundial alcanzó los 6.542 millones de toneladas.