Tanto la autonarración como la confesión ilustran un aspecto de la prosa. Sólo combinando los dos se puede revelar plenamente la esencia de la prosa, es decir, la prosa es una autonarración que contiene emociones. En este sentido, la prosa es producto de una combinación de ficción y poesía. Por supuesto, cuando reconocemos esta característica de la prosa, no debemos olvidar la diferencia entre ellas. Esta diferencia es la diferencia entre autonarración y narrativa.
Desde la perspectiva del creacionismo, los prosistas deben mantener verdaderas emociones creativas y distancia psicológica durante el proceso creativo, y no deben adoptar una falsa actitud de que la ficción no tiene nada que ver con la prosa. La razón es sencilla. En prosa, el autor ingresa directamente al texto, por lo que, naturalmente, tiene que tratar a las personas con sus verdaderos colores. Esto no es solo una necesidad de estilo, sino también una necesidad de lectura y estética. Sin embargo, cuando se produce un texto, éste es independiente del autor. Como la prosa suele narrarse en primera persona y se le resta importancia a la trama, se produce un fenómeno interesante. Tanto los lectores como los editores tienden a restar importancia a la trama y las novelas narradas en primera persona quedan relegadas a la categoría de prosa. Las personas que no comprenden esta verdad la ponen patas arriba y piensan que la prosa puede ser ficticia. Esto en realidad es alienación textual y no debe confundirse con el proceso creativo.
Esto nos recuerda que algunos elementos de la prosa, como la primera persona, la autonarración, el contenido relajado, la forma vivaz y casual, etc., son las características que distinguen la prosa de otros estilos. Estos elementos suelen estar fuera del alcance de otros géneros y no deberían eliminarse fácilmente de la prosa.