Al día siguiente, ignoré a mi madre y corrí a la escuela con mi mochila a la espalda. En la puerta de la escuela, los padres guiaron a sus hijos uno por uno, haciéndoles preguntas y preguntas de exámenes. De repente sentí que me habían hecho mucho daño y las lágrimas brotaron de mis ojos. Pensé: "¿Mamá ya no me quiere?". Cuanto más lo pensaba, más agraviado me sentía, pero todavía me aferraba a un rayo de esperanza. Di dos pasos y miré hacia atrás. Cómo desearía que mi madre apareciera de repente frente a mí como un mito. A medida que nos acercamos más y más a la sala de examen, nuestra esperanza se vuelve cada vez más escasa. Pero nunca vi la figura de mi madre. Mi esperanza quedó completamente destrozada. Mis lágrimas de agravio no pudieron detenerse y se derramaron como agua de manantial. Entré a la sala de examen ahogándome. Durante el examen, mi mente divagó y accidentalmente vi una figura vaga que me parecía tan familiar: era mi madre. Quería sentirme aliviado porque obtuve la respuesta. Ese día de junio, el rostro del niño cambió, pero todavía estaba claro a miles de kilómetros de distancia. De repente el cielo se nubló. De repente, empezó a llover a cántaros. No pude evitar mirar por la ventana. En la oscuridad, sólo podía ver la figura de mi madre, muy borrosa y clara. Quería salir corriendo y llevar a mi mamá a casa, pero no podía hacer nada. Caminé a través de la cortina de lluvia y miré la espalda de mi madre durante mucho tiempo. La espalda de mi madre bajo la lluvia está profundamente grabada en mi corazón.
Las buenas palabras, los buenos párrafos y las buenas frases están al final
Recordando el vasto mar, recordando el pasado en mi mente, pero todo está borroso, lo único que está claro es la espalda de mi madre. Desde que tengo uso de razón, he visto la espalda de mi madre ocupada todo el día. Mi madre cultivó mi capacidad de independencia cuando yo era muy joven, lo que me benefició mucho. No sé si vale la pena mencionarlo, pero dejó un recuerdo imborrable en mi mente joven. En ese momento, yo estaba en la clase de jardín de infantes y tuve que tomar el examen de promoción. Para mí, siendo tan joven, fue realmente una gran prueba en ese momento. Esa noche mi madre no preguntó nada sobre el examen. Le pedí a mi madre que me ayudara a prepararme para el examen, pero ella dijo que tenía que hacer sus propias cosas sin ningún estímulo ni consuelo. Derramé lágrimas de decepción en ese momento.