La buena educación y los buenos profesores tienen al menos un "estándar de medida": los niños progresan y cambian, ganando así el inicio y la fuerza del crecimiento.
La vitalidad de la educación radica en la "temperatura de la educación", que requiere que usemos nuestros propios corazones y acciones para convertir conceptos educativos fríos en atención cálida, y usar el amor y la ética de los maestros para transmitir una educación cálida. . temperatura.
Con amor se puede concebir el amor; con energía, podemos aumentar la energía; con el corazón, podemos comunicarnos con el corazón;