La historia del pastor y las ovejas

La historia del pastor y las ovejas: Un día, el pastor llevó un grupo de cabras a una ladera cubierta de hierba para pastar. Las cabras se dispersaron una a una como de costumbre, comiendo hierba verde. Por la noche, el pastor condujo con cuidado a sus ovejas y a las cabras monteses al redil.

Al día siguiente, hubo una gran tormenta en el prado. El fuerte viento se mezcló con nieve rota. El pastor no pudo llevar a las ovejas al pasto donde suelen ir, así que tuvo que buscar algunas. forraje para alimentar en el redil.

El pastor pensó, estas nuevas cabras monteses no me son muy familiares, tengo que tratarlas bien para que se queden, en cuanto a las cabras que han criado, no importa, de todos modos; Ya no correrán más. Así que los pastores amontonaron tanto alimento sobre las cabras salvajes que nunca pudieron terminarlo. El alimento que les dieron a sus propias ovejas fue limitado, lo suficiente para evitar que murieran de hambre.

Al tercer día, la tormenta finalmente amainó. El pastor condujo a las ovejas al pasto. Las cabras salvajes a las que los pastores dieron un trato especial treparon rápidamente por la ladera y todas escaparon. La cabra salvaje en la ladera se volvió y dijo: "Por eso debemos tener más cuidado".

Moraleja de la historia

En esta historia, cuando el pastor estaba cuidando las ovejas, descubrió un grupo de cabras monteses y las metió en su redil. Originalmente quería cuidar bien de estas cabras salvajes y dejarlas estar en paz, pero el resultado fue el contrario. Después de que llegó la tormenta, no pudo llevar a las ovejas a sus pastos habituales, por lo que tuvo que alimentarlas en el redil. En este caso surge una clara diferencia en la actitud del pastor hacia sus ovejas y las cabras monteses.

Proporcionó abundante alimento para las cabras salvajes, pero alimento limitado para sus propias ovejas. Sin embargo, esta diferencia provocó insatisfacción y celos entre el rebaño, lo que finalmente provocó que las cabras salvajes escaparan. Esta historia nos dice que incluso si queremos ser amables con los demás, si no lo manejamos adecuadamente, podemos causar problemas y conflictos innecesarios.

En la vida real, muchas veces nos enfrentamos a situaciones similares. Por ejemplo, en el trabajo, podemos conocer a algunas personas que nos son útiles y queremos entretenerlas bien y brindarles más atención y trato preferencial. Sin embargo, si somos demasiado fríos o indiferentes con los demás compañeros, puede provocar insatisfacción y celos, generando tensiones y problemas en las relaciones de equipo.