En comparación con los postres cantoneses, los postres estilo Chaozhou tienen un sabor más fuerte y un dulzor más intenso, mientras que los postres estilo cantonés tienen un sabor y un dulzor más ligero y se centran en efectos terapéuticos. Además, los cantoneses comen agua azucarada para lograr el efecto humectante y cálido, mientras que los habitantes de Chaozhou comen principalmente sopa dulce como postre después de las comidas, sólo por el placer de comerla. Tomemos como ejemplo el postre de frijol mungo. Para la sopa de frijoles mungo de Chaozhou, solo necesitas hervir los frijoles mungo hasta que florezcan y luego puedes comerlos con azúcar. Pero los cantoneses prestan atención a hervir los frijoles mungo hasta que estén "arenosos" y luego agregar cáscara de mandarina, algas marinas o vainilla y otros accesorios para neutralizar el frescor de los frijoles mungo. Después de comerlos, también pueden eliminar el calor y aliviar el calor del verano.
En la sopa dulce de Chaozhou, algunas están disponibles durante todo el año y otras son de temporada y son refrescantes durante todo el año. Es una sopa dulce hecha con frijoles mungo, hervida con azúcar blanca y adicionada con un poco de agua en polvo. Las batatas también son un postre que se come habitualmente durante todo el año. Hay un postre en Chaozhou llamado Qingxin Wan. Primero, cocine cebada, rodajas de caqui, fideos fríos, hongos, tiras de melón de invierno, ñame, azucena y cixi, remójelos en agua fría, tome una cantidad adecuada de cada uno y enróllelos con sopa de azúcar. Tiene un sabor dulce y refrescante. . Las píldoras Qingxin tienen los efectos de eliminar el calor y humedecer los intestinos, diuresis, limpiar el corazón y reponer los pulmones. A menudo se venden en verano.
Las plantas de flores de frijol en Chaoshan también son muy especiales. En las tardes de verano de mi infancia, cada vez que me despertaba de la siesta, mis oídos siempre se llenaban con el tintineo del timbre del auto de Abel en el piso de abajo y su fuerte llamada de “Bean Blossom, Grass…”. Todas las tardes, Abel pasaba puntualmente en bicicleta cerca de mi casa. Llevaba dos grandes vasijas de barro en el asiento trasero, una contenía pudín de tofu y la otra tofu. Cuando sea codicioso, primero lo agarraré al alféizar de la ventana y luego correré escaleras abajo para comprar un cuenco de truenos. Para entonces ya me había quedado sin aliento, pero me alegré de no perdérmelo. Le rogué a Aberdeen que me ayudara a desenterrar un poco y llevar el tofu arriba.