El padre se rompió la pierna porque sus hijos desperdiciaban comida, ¿verdad?

Debemos enseñar a nuestros hijos a valorar la comida desde una edad temprana. ¿Qué debemos hacer cuando encontramos que nuestros hijos desperdician comida? No eduquéis a vuestros hijos de forma ciega e impulsiva. Los padres deben predicar con el ejemplo y dar ejemplo. Pero cuando sus hijos desperdician comida, personalmente creo que, como padre, adoptar ese método educativo puede no ser el método educativo adecuado.

La razón por la que pienso así se basa principalmente en las siguientes razones:

Primero, cuando los niños desperdician comida, los padres adoptan este método para educar a sus hijos, aunque se puede hacer para hasta cierto punto, impacte la mente de sus hijos y haga que se sientan culpables por el desperdicio de alimentos.

Pero la evitación de los padres es un poco de espectacularidad y exageración. Después de todo, los niños de hoy en día son bastante razonables en la mayoría de los casos. Los padres pueden explicar a sus hijos la importancia de valorar la comida y señalarles los errores de sus hijos al desperdiciarla, lo que también puede servir para educar a sus hijos.

En segundo lugar, si quieres educar bien a tus hijos y no desperdiciar comida, no sólo a través de esto podrás satisfacer las expectativas de los padres. El propósito debe ser que los padres siempre supervisen el comportamiento diario de sus hijos a medida que crecen. Cuando sus hijos desperdician comida, los padres deben corregirlo rápidamente. Con el tiempo, ayudarán a sus hijos a desarrollar el buen hábito de valorar la comida y dejar de desperdiciarla. Personalmente creo que este efecto educativo es evidentemente más efectivo y más duradero que el anterior. Para los niños, aprender a valorar los alimentos y no desperdiciarlos requiere un proceso de formación de hábitos, y los padres deben ser pacientes.

En tercer lugar, como padre, deje que sus hijos piensen con frecuencia en lo que deben hacer y lo que no deben hacer la próxima vez que coman. Si los padres les dan las sobras cada vez y corren con el costo, el efecto educativo no es el que queremos.

Resumen:

Este asunto realmente es culpa del niño. El padre puede educarlo de otra manera sin burlarse de su cuerpo. Por ejemplo, está bien pedirle al niño que recite poemas antiguos o artículos relacionados con la comida como una especie de castigo, o dejar que haga algún trabajo dentro de sus posibilidades, pero el requisito previo es que el niño comprenda la verdad y sepa que ese castigo también es para ella.