¿Qué hay de malo en que los padres enseñen en voz alta?

En primer lugar, cuanto más fuerte es el sonido, más tímido se vuelve el niño.

Que los padres griten a sus hijos también es una forma de dañar a sus hijos. Los niños se volverán cada vez más tímidos ante las reprimendas de sus padres, no sentirán el calor de la familia y, por tanto, perderán su sentido de pertenencia.

En segundo lugar, cuanto más fuerte es el sonido, más se empuja al niño.

Cuando gritamos a nuestros hijos, les faltamos el respeto. Dañará la autoestima del niño y afectará la relación íntima entre nosotros y nuestros hijos.

En tercer lugar,

Cuanto más fuerte es la voz, más rebelde se vuelve el niño.

Cuando los niños son pequeños, los padres que les gritan pueden tener un efecto disuasorio. Los niños obedecerán los regaños e instrucciones de sus padres sin ninguna expectativa.

Cuando los niños crezcan, cuanto más alto les hablen los padres a sus hijos, más rebeldes serán los niños. Cuando los padres hablan con sus hijos, sus voces aumentarán en decibelios y los niños ignorarán las palabras de sus padres o incluso los confrontarán. Cuanto más alto les hablan a sus hijos, más difícil les resulta disciplinarlos.