500 palabras de prosa moderna que describen la primavera.

Una hierba suave sopla contra las perneras del pantalón y el aliento de la primavera está muy cerca de la piel. Las gotas de rocío se quedaron, cayeron sobre las puntas de las hojas y se negaron a deslizarse. Y los colores de la primavera, brillantes y luminosos. No te apresures, muévete despacio y deja huellas frescas, como un toque de pintura en primavera. Tengo miedo de perturbar algunos sueños y susurros, o tengo miedo de que los dedos de la primavera me hagan cosquillas en algún lugar de mi corazón, o tengo miedo de que algunas personas y cosas perturben mis pensamientos. Camina despacio, camina despacio...

Dos

El primer canto de los pájaros llegó desde el otro lado del bosque, claro y fuerte. Es el sonido de la primavera, el verde que tiembla, lo que sacude mis pasos, sobresaltando la primera gota de rocío, salpicando la frente del suelo, presa del pánico. El segundo canto de pájaro estaba cerca, procedente de algún lugar arriba, entre las hojas, entre los capullos y libremente a lo largo de las ramas. Luego, un tercero, un cuarto… todo el bosque se llenó de emoción.

Túmbate en la palma de la primavera y deja que el sol te toque sin sentido. En las escasas hojas, la luz del sol se convierte en hilos dorados, tejiendo patrones deslumbrantes que cuelgan entre la primavera y yo. La hierba se ha erguido, tambaleándose, tratando de expresarse en el abrazo del sol, realizando una danza trepidante. Así, el sol sonrió poco a poco.

Cuatro

Una flor desconocida al lado, mirándolo todo. Mírame con hierba y sol. Pétalos pequeños, ligeramente amarillos. Escondido en la hierba, no tengo ganas de competir, pero sin darme cuenta revelo el orgullo de la primavera. Volví a mirar a Xiaohua, esperando tener una conversación primaveral con ella, pero su delgado cuerpo estaba escondido entre la hierba verde y los arbustos. Sopló una brisa, pero ella se escondió más profundamente, brillando, en la hierba verde, todo el camino fuera del bosque.

Fuera del bosque hay un río, el río de mi madre. El río va creciendo, empapando los guijarros blancos, acercándose paso a paso a mí, acercándose a la isla llena de manantiales. Había olvidado el severo frío del invierno pasado y la vergüenza de casi exponer su columna. Cantando suavemente, fluyendo lentamente hacia adelante, con el aliento de la primavera, reflejando el color dorado al otro lado del río, tan cómodo y extravagante.

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