Además, los japoneses se preocupan demasiado por la planificación, y el plan es perfecto. Pero una vez que algo sucede, su capacidad para hacer frente a las emergencias es bastante pobre. Por lo tanto, una vez que ocurre una emergencia, el gobierno japonés básicamente no sabe nada y siempre maneja las emergencias a medias.
Por último, los japoneses tienen demasiada autoestima y se suicidan cuando no están de acuerdo. No saben que sólo tendrán una oportunidad si siguen con vida.