La educación no es sólo la transferencia de conocimientos, sino también el templado de la personalidad y la moralidad.

La educación no es sólo la transferencia de conocimientos, sino también el templado de la personalidad y la moralidad. Como padres, tenemos la responsabilidad de guiar a nuestros hijos a distinguir entre el bien y el mal y a hacer buenas obras. Demos ejemplo a nuestros hijos con acciones prácticas.

Los ejemplos hablan más que las palabras.

La educación no se trata sólo de enseñar con palabras y hechos, sino también de predicar con el ejemplo. Debemos predicar con el ejemplo y dejar que nuestros hijos vean lo que es realmente bueno a través de nuestras manifestaciones.

Educación abierta

La buena educación debe ser abierta, animando a los niños a pensar de forma innovadora y a utilizar su imaginación y creatividad. Dígales que no existen absolutos en el mundo e inspírelos a resolver problemas a su manera y explorar lo desconocido.

La tolerancia es una virtud.

Una buena educación también debe enseñar a los niños tolerancia. No sólo debemos aprender a tolerar a los demás, sino también aprender a tolerarnos a nosotros mismos. Anímelos a encontrarse a sí mismos y a no seguir ciegamente a los demás. Ante las dificultades, se debe enseñar a los niños a aceptarlas y afrontarlas con una actitud optimista.

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