Cuando entras en otoño, estás borracho. La belleza del otoño reside en los colores: carmesí y verde claro, naranja-naranja-verde, amarillo viejo y amarillo claro, verde oscuro turquesa, amarillo ganso dorado, plateado y blanco, verde viejo y verde claro. ¡El otoño es tan colorido!
Mira el cielo azul, azul y grácil, como el mar más profundo. La inmensidad es refrescante. Si sientes la presión de la vida, mira hacia el cielo azul. Que el cielo azul sin límites aleje tus frustraciones y preocupaciones.
Ve al parque y mira las hojas. En un árbol hay varias hojas. Algunos son amarillos, otros dorados, algunos son de color amarillo claro y algunos todavía son verdes intactos, como una mujer excelente que es joven y perecedera pero se niega a envejecer.
El viento otoñal pasa, las hojas caídas están por todo el suelo y la tierra es colorida, como un sueño. Algunas hojas se extienden, reposan con gracia, envejeciendo en una postura cómoda; algunas se inclinan ligeramente y yacen tranquilamente debajo del árbol, como si escondieran secretos que no quieren revelar a los demás.
Si crees que la vida es dura, ve al parque y mira las hojas caídas. Todos ellos recorren senderos sinuosos. Bailaron con el viento, giraron y cayeron suavemente. Cuando aterrizaron, estaban muy tranquilos y silenciosos. Dejan las ramas en postura de vuelo y eventualmente se convierten en polvo y barro sin ningún remordimiento.