Por supuesto que es lo último.
Tanto el estímulo como el castigo pueden promover el crecimiento de los niños, pero deben ser moderados y combinados con las características de personalidad del niño para construir un ambiente de crecimiento saludable y positivo para el niño. Cabe señalar que los niños crecen y sus capacidades se desarrollan, y su capacidad para soportar el estrés y la autorregulación son relativamente débiles. Los padres no pueden exigirlos ciegamente según los estándares de los adultos. Los niños preferirán la comprensión, el apoyo y el aliento de sus padres al castigo, la persecución y los golpes.
Estimular significa reconocer a los niños cuando se desempeñan bien y brindarles apoyo cuando se sienten frustrados, para que los niños tengan la motivación para persistir en las cosas, el coraje para seguir adelante, superarse constantemente, progresar continuamente, y hacerlo mejor, mientras gana autoestima, confianza y un sentido de autoestima.
En la primera experiencia de vida de un niño, el sentimiento de fracaso puede llenarlo de miedo y ansiedad por el entorno que lo rodea. Si los padres pueden animar, guiar y formar con paciencia, podrán ayudarles a desarrollar la confianza en sí mismos y a tener el valor de afrontar una sociedad compleja. Cuando no se atreven a intentarlo, los padres deben seguir diciéndoles a sus hijos: "Bebé, tú puedes hacerlo, mamá y papá creen en ti". En este momento, los niños ganarán fuerzas y afrontarán las dificultades con valentía.
Si los niños son flores, entonces el estímulo de los padres es agua. Sin estímulo, la flor no puede prosperar y comenzará a marchitarse y marchitarse lentamente. El estímulo no es sólo un elogio, sino hacer que los niños se sientan capaces y capaces de adquirir un sentido de pertenencia y valor.