En este día de septiembre, cada rostro chino se llena con la sonrisa más brillante y feliz. Sonreímos porque estamos bañados por el sol dorado y avanzamos sobre los pasos de esta era pacífica. Cantamos y bailamos en el tiempo feliz y compartimos la hermosa vida de esta sociedad armoniosa.
Mientras admiramos el hermoso paisaje, todos lamentamos que su belleza se haya ganado con tanto esfuerzo. Debemos mirar hacia adelante y hacia atrás en la vida. Mientras disfrutamos de la vida, siempre debemos recordar la humillante historia de nuestra nación antes de la liberación, esa era negra.
Abrimos suavemente el viejo almanaque que quedó de la historia y aparece un número impreso ensangrentado: septiembre de 19310.
Ese día como hoy, los locos japoneses invadieron nuestro hogar como fieras. Ese día, crearon deliberadamente el "Incidente del 18 de septiembre" en China, que conmocionó tanto a China como al mundo, con el objetivo de invadir aún más nuestro territorio. Masacraron sin motivo a nuestra buena gente en nuestra tierra y ocuparon nuestra región nororiental. Su objetivo final es hacer realidad su sueño de anexar nuestra Gran China. En aquel momento, el imperialismo japonés no escatimó esfuerzos para lograr sus objetivos. Se puede decir que utilizaron todos los medios inhumanos y despreciables, perforando el pecho del pueblo chino con despiadadas bayonetas, y cuánta comida y edificios circundantes fueron destruidos sin piedad.
Mientras los demonios llevan a cabo masacres brutales y bárbaras, nuestro pueblo no puede tolerar a estos demonios que caminan libremente por nuestra tierra como animales. De ahora en adelante, no podemos empujar a nuestra nación al borde de la leche podrida y dejar que la masacren. Como hijos e hijas de China, debemos proteger nuestra patria. Debemos utilizar nuestra carne y nuestra sangre para consolidar nuestro magnífico territorio y evitar que se dañe en lo más mínimo. Por eso, nuestros mártires no dudarán en sacrificar sus vidas.
En "Bloodstained", nuestro pueblo con elevados ideales derramó su sangre, no por otra cosa, solo por la integridad de la patria, solo para que nuestros bienes nacionales ya no sean saqueados por esos bandidos, solo para límpianos. Una vergüenza para toda la nación china. En la lluvia de balas, no podemos recordar con claridad cuántos mártires cayeron en la batalla, cuánta sangre se condensó en el charco de sangre. Nunca podremos contar las grietas que el imperialismo japonés ha causado en nuestra tierra de China. La desvergüenza, la deuda de sangre y el odio que nos dejaron han quedado profundamente arraigados en los corazones de cada hijo e hija chinos. Los hechos irrefutables no pueden olvidarse.
El tiempo vuela y la era oscura del acoso ha estado muy lejos de nuestra nueva generación de estudiantes universitarios durante mucho tiempo. Aunque ya no luchamos en sangrientos campos de batalla con espadas y pistolas bajo el sol dorado, esto no significa que podamos sentarnos y relajarnos. Nuestra tarea en esta etapa es recordar la historia, no olvidar la vergüenza, continuar el poder revolucionario de nuestros predecesores, aprender vigorosamente nuestro conocimiento científico y utilizar nuestra sabiduría para fortalecer nuestro país. Camaradas, tengamos presente el odio y la vergüenza en nuestros corazones, trabajemos duro y usemos nuestra fuerza para hacer que nuestra nación se destaque entre las naciones del mundo y para hacer que nuestra sociedad armoniosa sea más perfecta y gloriosa.