500 palabras sobre los buenos momentos en la mesa

Historias en la mesa

Tengo la costumbre de engullir la comida. Mi boca es como un embudo y siempre desperdicio algo. Al comer, abandone la mesa si el arroz del bol no está limpio.

Justo el año pasado, tenía un poco de goteo al comer y mi padre me criticaba a menudo por esto. No, en esta mesa, volví a cometer este error.

Acabo de terminar de comer y mi padre me volvió a llamar. "Hija, ¿por qué volviste a dejar granos de arroz en la mesa? Vamos, cómete los granos de arroz limpiamente". Papá comenzó a regañar de nuevo. Cada vez que terminaba de comer, tenía que ir a la mesa del comedor para "limpiar el campo de batalla".

De mala gana le dije a mi padre: "Papá, ¿por qué me volviste a llamar?"

"Si no te comes todos los granos de arroz, los granos de arroz en el arroz El tazón también desaparecerá. No lo afeites. Sé obediente, ven y cómelo”.

“Son solo unos pocos granos de arroz. Dije con indiferencia:” ¿Qué es? ¿Qué gran cosa? ¿A qué se debe todo este alboroto? "

Papá dijo emocionado: "¿Has olvidado el poema "Compasión por los campesinos"? El tío granjero mira hacia el loess y está de espaldas al cielo. Cada grano de alimento se gana con esfuerzo. El poema también escribe: "¡No hay tierra ociosa en el mundo y los agricultores todavía se mueren de hambre!" "No hay tierra ociosa en el mundo" describe la diligencia y el arduo trabajo de los agricultores. ¿Tan cansados ​​que tenemos comida para comer?

Cuando papá terminó de hablar, apareció en mi mente la escena del tío granjero trabajando duro en el campo... Pensando en esto, inmediatamente raspé el arroz en el tazón de arroz, recogí los granos de arroz de la mesa y se lo comió. Poco a poco me fui deshaciendo de este mal hábito.

Una, dos veces... poco a poco me fui deshaciendo de este mal hábito.

Hasta que un día fui a casa de mi abuela a jugar y no dejé ningún grano de arroz cuando comí. La abuela me miró con admiración: “Hija mía, por fin te deshiciste de este mal. ¡hábito!” Me sentí avergonzado y humillado.

Sí, me deshice de este mal hábito. También aprendí a apreciar la comida y a no desperdiciarla.

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