Me interesa la historia.

Un criterio importante para mí a la hora de seleccionar obras culturales es la "autenticidad", es decir, la información contenida en esta obra cultural puede reflejar la sociedad real. Las buenas obras literarias pueden expresar la sociedad real y, a menudo, conmueven profundamente a las personas o hacen que piensen en silencio. Las obras históricas son las categorías que mejor reflejan la realidad social. Por eso prefiero la historia a la literatura.

Me gusta la historia porque tiene sus altibajos, pero no me gustan las novelas sin contexto cultural porque carecen de autenticidad. La historia sin autenticidad es inferior a las novelas, porque las tramas de la historia a menudo no son tan compactas y tensas como las de las novelas. Entonces lo que más valoro de la historia es su autenticidad.

Cada campo tiene sus propios registros históricos, como la historia de la literatura, las matemáticas, la historia de la informática, la historia política, la historia intelectual, la historia de la civilización humana, etc. En nuestras tribus ancestrales, las personas más importantes eran a menudo los ancianos porque podían recitar las canciones transmitidas por sus antepasados. Estas canciones son la historia de esta tribu y registran las experiencias y lecciones de nuestros antepasados. Los seres humanos han acumulado experiencias y lecciones de generación en generación, y el sexo se ha convertido en la civilización actual. Así que la historia es un tesoro de conocimientos que podemos aprender. Algunas personas dicen que la naturaleza es la maestra de la humanidad. Si este es el caso, entonces la historia son las notas escritas por innumerables antepasados. Vivimos este tipo de vida simplemente escuchando las lecciones de uno o dos profesores y añadiendo una o dos frases en nuestros cuadernos. En otras palabras, la historia es nuestra verdadera maestra. Nos subimos a los hombros de gigantes históricos y exploramos la naturaleza. Entonces, si la historia no es real, ¿cómo puede ser educativa?