Liu Che y Gillian se conocieron en la escena donde el melodioso sonido de la flauta atravesó el iris. En ese momento, como innumerables flores voladoras, aparecieron ondas en los ojos claros de la niña. Me gustaba mucho esta escena, era tan hermosa y pura, sin pensamientos que me distrajeran. Es una belleza única. Este tipo de belleza sólo puede dejarse al azar. El encuentro entre Wang Xianzhi y su concubina Tao Ye se mezcla con tanta belleza. El Peach Leaf Ferry, que se ha transmitido a través de los siglos, parece registrar una historia tan hermosa: "Las hojas de durazno se mezclan con hojas de durazno, y las hojas de durazno están conectadas con raíces de durazno ..." "La primavera es infinita, pero yo Me siento solo." Las palabras de Wang Xianzhi y Ye Tao revelaron su gratitud y el recuerdo del momento en que se conocieron.
A menudo me pregunto, si un día pierdo la memoria, ¿me olvidaré de mis familiares y amigos? ¿Cómo se siente perderlo todo y no tener nada en qué confiar? Tal vez rezaré, pero todos los recuerdos de perderlo todo deben conservar también el "recuerdo" de mi encuentro con todos. El encuentro es el comienzo de una historia y el comienzo de una corta vida. El encuentro es una especie de belleza.
Tal vez te conozca en algún momento en el futuro. Sólo una mañana después de la lluvia, en el camino mojado de piedra azul. ¿Qué tipo de mañana será? En el camino de piedra azul, la tierra suelta entre las piedras todavía exuda la fragancia del agua de lluvia. El escaso camino peatonal deja una serie de huellas moteadas. El agua de lluvia gotea de los árboles y entra en los pequeños hoyos, diluyendo las huellas... Ya vienes. Desde el lado opuesto, con esa leve sonrisa en tu rostro y ojos suaves, acaricias suavemente las peonías al costado del camino, así. Podría sonreír o sorprenderme, esperar y acoger tranquilamente tal encuentro. Espero con ansias este encuentro y la belleza de ese momento.
Siempre habrá un sinfín de recuerdos después, no tan buenos como un comienzo brillante o maravilloso. A veces, podemos pararnos frente a la ventana, mirar las peonías, recordar el pasado o esperar encuentros futuros y, naturalmente, ignorar aquellos procesos que pueden hacernos suspirar.
Eso es porque el encuentro es una especie de belleza.
Eso es porque, aunque tenemos recuerdos, ¡no nos arrepentimos de habernos conocido!