1. Controla tus emociones y reconoce el temperamento de tu hijo. Tendemos a preocuparnos sólo por nuestros propios sentimientos e ignorar los sentimientos de nuestros hijos. Este es un defecto de muchos padres y maestros. Cuando los niños están en un estado emocional, no escuchan ningún consejo. Porque cuando gritas, el corazón del niño se cierra, porque el mecanismo de protección psicológica le permite al niño protegerse a sí mismo. Cuando su hijo muestre desobediencia, intente decirle: "¿Estás un poco enojado ahora?" "¿Estás un poco insatisfecho ahora?"
2. No golpees ni regañes, elige la forma correcta de comunicarte. Es normal que muchos padres utilicen "palabras duras" para amenazar a sus hijos cuando se enfrentan a la cuestión de qué decir o si escuchar o no. Si no vas, te dejarán aquí solo. Las "palabras sentidas" salieron a la luz, porque el miedo al niño fue inmediatamente reprimido. Sin embargo, este "gran movimiento" no tardará mucho. Cuanto más frecuentemente se use, antes fallará. Cuantas más veces amenaces en voz alta, más se acostumbrará tu hijo y parecerá que te escucha. De hecho, su atención se ha ido a otra parte y no les importa lo que digas.
3. Preguntar al niño de forma sencilla y directa qué hacer. Debéis ser firmes y firmes en vuestras exigencias para con vuestros hijos y no podéis demoraros. Regañar sólo hará que el niño pase de la culpa y la ansiedad iniciales a la impaciencia. Cuando la impaciencia aumenta exponencialmente con el número de veces que se le dice a un niño, el niño se volverá "confrontador". Cuanto más hables, más usará la "desobediencia" para tomar represalias contra tus padres.
4. La contradicción entre independencia y dependencia. Por un lado, anhelan la independencia y sienten que no dependen de sus padres y tienen las condiciones y posibilidades para la independencia familiar. Por otro lado, no pueden hacer nada sin la comida, la ropa, la vivienda y el transporte que les proporcionan sus padres.