Los salones de té japoneses son todos privados y la ceremonia del té combina el zen y la filosofía para formar una forma de arte única.
Después de Sen no Rikyū, el área de la casa de té es de sólo unos ocho metros cuadrados, y en este espacio sólo se pueden alojar hasta cinco personas. Algunos salones de té miden incluso menos de tres metros cuadrados. El propósito es crear una sensación de cercanía, que ayuda a concentrarse y mantener cierta espiritualidad.
La arquitectura y los juegos de té están diseñados con asimetría y fluidez imperfecta, y los arreglos florales y los rollos colgantes presentan una atmósfera suave bajo el flujo de luz.
La entrada a las casas de té tradicionales es baja y los invitados deben agacharse y arrodillarse para subir.
El ritual y procedimiento de elaboración del té es complejo y lleva varias horas.
Este libro habla detalladamente de la relación entre la estética espacial y la filosofía, así como del trasfondo religioso.
En la estética japonesa hay un amor por lo incompleto y un rechazo a la perfección, porque perfección significa estancamiento e incapacidad de crecer. Una vez que se vuelve perfecto, ya no es parte de un proceso dinámico.
Como resultado, la asimetría es bienvenida en su estética arquitectónica. La asimetría no es un hecho estático, sino un proceso vital de crecimiento, cambio e interdependencia. Se considera uno de los rasgos más distintivos de la arquitectura japonesa.
Algunas personas creen que la estética japonesa se basa en el concepto de estética dinámica, incluyendo el reconocimiento de la fugacidad de todo.
Creo que esta comprensión filosófica también se aplica a las personas. Las personas con defectos son más adorables y más humanas. Me pregunto si también radica en su vitalidad de cambio y crecimiento.
Me gusta mucho un libro que trata seriamente el té, la ceremonia del té, las casas de té, la estética arquitectónica y la filosofía.