Un ensayo sobre cómo elogiar a los profesores

Tu carita infantil y tus ojos anhelantes te miran con esperanza; en ese podio de un metro de altura, cultivas este jardín mes tras mes, año tras año, salpicado de cada dulce sonrisa. Escucho tus enseñanzas, y mi mente caótica y en blanco se llena de tu profundo conocimiento; los niños traviesos, bajo tu sincera enseñanza, tienen alas llenas y son felices de afrontar el espinoso camino de la vida. Ahora, medio siglo después, el sentimiento sigue siendo el mismo, el escenario sigue siendo el mismo y cuanto más respeto, más fuerte es el amor. Cincuenta años de vida, en un abrir y cerrar de ojos. Déjame encender una vela roja. Bajo su luz oscilante, miraré a cada maestro que me ayudó a resolver mis dudas, difundir conocimientos y enseñarme. De mis padres a mí, de mí a mi hijo, generación tras generación, nos has dado iluminación y conocimiento. Ahora es septiembre otra vez. En esta temporada de cosecha, cada estudiante que ingresa a la universidad y cada graduado que va a trabajar cosechará no sólo los frutos de su arduo trabajo, sino también sus ardientes expectativas y profundos sentimientos. Desde el día que entré a la escuela, a los ocho años, he estado gritando: ¡Hola maestra!, casi todos los días. Así que hoy, un antiguo estudiante que ha entrado en la era de conocer mi destino y graduado hace más de 40 años, permítame decirle una vez más con afecto: ¡Hola, maestro! Tu cabello negro se ha teñido de blanco con los años; tu estilo y edad han añadido algunas arrugas junto con un grupo de duraznos y ciruelas por todo el mundo. Ustedes, que enseñan y educan a la gente, son como encender velas rojas, iluminarse, encender la fragancia de melocotones y ciruelas de generación en generación e iluminar los pilares de la patria. ¿Cómo puedo expresarte mi infinito respeto y profundo agradecimiento cantando la "Oda a la vela roja" y recitando la "Oda al jardinero"? El tiempo vuela, trabajo duro y uso tu conocimiento científico al servicio de la sociedad. Tendré en cuenta tus enseñanzas de "aprender cuando estás avanzado, ayudar cuando estás rezagado, rendirte cuando eres honrado y progresar cuando estás difícil" y ser una persona útil para la sociedad. Hoy, en tu dorado otoño, puedo decirte con orgullo que he estado a la altura de tus expectativas. No importa en qué parte del mundo me encuentre, celebraré en silencio tu festival a mi manera y expresaré mis pensamientos y respeto por ti. La estación dorada del otoño es la temporada de cosecha y también el festival de los maestros. "Golden Autumn" es una canción dedicada a los profesores. Porque una vez que eres maestro, siempre eres padre, no importa a dónde vayas, siempre te recordaré y te bendeciré. Mira el sorgo rojo ardiente, ¡esa es mi más sincera bendición para ti! ¡Ricas espigas de arroz son la mejor recompensa para ti! Las ramas bajas son un homenaje a ti.

Próximo artículo: "El viento de otoño sopla y las olas en el Dongting están bajo las hojas". Cuando las primeras hojas rojas se mecieron con el viento, otro grupo de estudiantes entró en el palacio de los sueños. El agua que bebes tiene su origen y aprende de ella cuando lo consigas. Érase una vez, sólo éramos orugas arrastrándose por el suelo. No sabíamos nada sobre el verde, pero éramos despreocupados. Eres tú quien ha abierto el tragaluz de la vida ignorante, has abierto nuestro deseo de conocimiento y has hecho que nuestros corazones anhelen volar. Los gusanos de seda primaverales tejerán hasta morir, y las velas agotarán sus mechas cada noche. Pensé en encender velas rojas. En silencio, quemándote a ti mismo, pero iluminando a los demás. ——Desinterés, iluminación, origen. Creo que esta es la mejor interpretación del espíritu del Maestro Hongzhu. La débil luz de las velas dedicó los esfuerzos de su vida a traer luz al mundo. Cuando el camino oscuro y lleno de baches de la vida enciende un rayo de esperanza; cuando caminamos entre las espinas y esperamos a través de la palpitante luz de las velas, se agota el poder de la vida. Es él, con su ardor interminable, el que ha creado la brillantez de millones de personas. La tenue luz de las velas inspira el alma y nos da las alas de los sueños. Recuerdo que cuando un famoso biólogo respondió a la pregunta de un periodista, atribuyó todos sus logros a la iluminación de su maestro de infancia. Aunque ese sincero estímulo fue vagamente recordado por un maestro que tenía más de cincuenta años, fue como una semilla plantada en un corazón joven, echando raíces y brotando. Es esa pequeña luz de las velas la que enciende la lámpara del corazón y permite que prospere la pequeña e insignificante semilla del pasado. La débil luz de las velas late sin cesar y se ha convertido en una fuerza permanente en el camino de nuestra vida. Hay un dicho en la poesía antigua: Una vez maestro, siempre padre. No importa dónde estemos, la tenue luz de las velas siempre iluminará nuestro camino a seguir. Cuando tiene éxito y es glorioso, salta y nos anima y comparte nuestra alegría, pero su luz tranquila siempre nos recuerda que debemos seguir trabajando duro y crear mayor gloria cuando estamos perdidos, es tranquilo y brillante, animándonos y dándonos silenciosamente; fortaleza. En el viaje de la vida, cuando recordamos el ayer, es la cálida luz de las velas la que acompaña el principio y el final. Quizás esa tenue luz sea lo suficientemente limitada como para iluminar el mundo entero. Pero es ese pedacito de luz el que nos mantiene a ambos lados del camino de la vida y no se perderá por el desamparo de las espinas.

Tenemos lágrimas que derramar y fuerzas que derramar. La débil luz de las velas infecta al mundo con su calidez amplia y desinteresada. Usa la sabiduría y las vicisitudes para guiarnos. Dicen que la vida es como el viento, va y viene sin dejar rastro. Sin embargo, cuando el fuego saltador se apaga, la calidez del amor se esparce y ondula en el mundo.