Todo esto se debe a la falta de autocontrol y al precio de perder la racionalidad.
Hay un juez que tiene casi sesenta años. Él es incorruptible. Durante sus casi treinta años como juez, no aceptó sobornos y manejó los casos con imparcialidad. Los lugareños lo llamaban "Bao Qingtian". Sin embargo, las cosas suelen cambiar drásticamente. Su deseo, cuando las personas de su misma edad a su alrededor ya eran muy ricas, su pensamiento racional se vio sacudido y se sintió abrumado por su propio deseo. El año pasado, aceptó millones en sobornos y el tribunal lo acusó de soborno. En el mismo lugar donde fue juzgado durante casi 30 años, hoy no es juez, pero pasa a ser imputado.
Cuando ocurre esta dramática escena, la gente suele pensar en una pregunta tan simple como sugerente: ¿Por qué es así? No es ilegal restaurar todo mentalmente. Treinta años de integridad fueron destruidos en menos de un año. ¿No da que pensar a la gente? ¿No suena como una llamada de atención a la gente que también está en la burocracia? Sólo controlando tus deseos podrás aceptar lo que mereces, no lo que es tuyo. No importa lo ilusorio que seas, todavía no es tuyo. Esto podría corregir un viejo dicho. ¡A veces debe haber algo en la vida y no hay necesidad de forzarlo!
La misma persona es Wang, el presentador del programa presencial de CCTV. En una entrevista con periodistas, una vez dijo palabras tan admirables. Dijo: "Sí, alguien intentó sobornarme con dinero, pero no lo acepté". Qué afirmación tan estimulante y, a veces, así suelen ser las cosas. En tus pensamientos precipitados, o caes al abismo o subes a la montaña más alta. Tus pequeños pensamientos pueden ser vistos como tus propias razones, o como deseos que puedes obtener con tus propios esfuerzos, pero ese es un deseo codicioso, pero debes saber que te costará caro.
El deseo y la razón a menudo controlan tu pensamiento y tu cerebro de manera tan simple, así que cuando nos encontremos con algo, usa el pensamiento racional correcto para juzgar si debemos hacerlo y usa el deseo correcto para dominar tu cerebro. Después de todo, un camello en el desierto nunca podrá volar como un águila.