Por un lado, los dispositivos electrónicos pueden ser bestias feroces que, si se usan incorrectamente o se confía en ellos excesivamente, pueden tener un impacto negativo en las personas y las familias. El uso excesivo a largo plazo de dispositivos electrónicos puede provocar adicción, aislamiento social, falta de concentración, problemas de sueño y problemas de salud. Además, la exposición excesiva a Internet y las redes sociales puede tener efectos negativos en la salud mental y el desarrollo, especialmente en niños y adolescentes.
Por otro lado, los dispositivos electrónicos también pueden considerarse artefactos para los padres porque proporcionan muchos recursos educativos y herramientas de aprendizaje que pueden ayudar a los niños a adquirir conocimientos, desarrollar habilidades y cultivar la creatividad. Los dispositivos electrónicos también pueden ayudar a los padres a mantenerse conectados con sus hijos y brindarles oportunidades de entretenimiento e interacción. Por ejemplo, las aplicaciones de aprendizaje para niños, los juegos educativos y los cursos en línea pueden proporcionar una experiencia de aprendizaje beneficiosa.
La clave está en cómo gestionar y utilizar correctamente los dispositivos electrónicos. Los padres y las personas deben establecer límites de tiempo razonables para garantizar que los niños tengan suficientes actividades al aire libre e interacción social cara a cara. Al mismo tiempo, los padres deben supervisar y guiar a sus hijos para que elijan contenido apropiado cuando utilicen dispositivos electrónicos, llevar a cabo debates e intercambios abiertos con sus hijos y mejorar la alfabetización mediática y la conciencia sobre la seguridad en línea.
En general, los dispositivos electrónicos tienen tanto potencial positivo como riesgos potenciales. La clave es cómo los gestionamos y utilizamos sabiamente para garantizar que tengan un impacto positivo en el desarrollo individual y familiar.