Kibera es el barrio marginal más grande de África, situado en el centro de Nairobi, la capital de Kenia. Quizás sea el lugar más densamente poblado del planeta, un lugar plagado de violencia y envuelto en enfermedades, pobreza e inmundicia. Las armas están por todas partes en los barrios marginales y cada calle está dominada por matones callejeros. La violencia es rampante y las mujeres y las niñas corren el riesgo de ser golpeadas, violadas o vendidas para la prostitución en cualquier momento. Los forasteros son intrusiones e incluso enemigos para ellos. El hambre y la pobreza no han borrado el carácter inocente y bondadoso de los niños, y las experiencias desafortunadas no les han quitado su amor. Las acciones amorosas de los niños me hicieron sentir la belleza más pura y amable de la humanidad en esta escuela primaria pobre y atrasada de un barrio pobre.
Para los niños que viven en barrios marginales, la vida es como caminar sobre la cuerda floja. Las enfermedades, la escasez de alimentos, la falta de vivienda y diversos problemas hacen que su situación sea muy peligrosa. Sin embargo, caminaron sobre hielo fino y no perdieron el coraje de afrontar la vida. Son amables e inocentes y hacen sonreír todos los días. En un ambiente así, existe la compañía de los maestros, el compartir y la responsabilidad de los amigos, y hay amor y risas en medio de las dificultades y los obstáculos. Este amor y risa brillan en sus vidas como la luz del sol, permitiendo a estos niños olvidar sus preocupaciones y avanzar hacia el futuro con valentía y firmeza.
Quizás la vida sea desafortunada, lo que importa es cómo la afrontas. Para estos niños que viven en barrios marginales africanos, su mayor alegría es la esperanza en el futuro. Donde hay esperanza, hay futuro. Espero que mañana no haya guerras ni hambre.